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domingo, 9 de diciembre de 2012
3 meses
Recuerdo una mañana de inicios de Noviembre mucho más clara que otras. La nitidez de las burbujas sobre mi piel mientras tomaba un baño lento y sin presiones, el olor a jabón de lavanda, las yemas de mis dedos masajeando mi frente. El momento clave sucedió mientras estaba sentado en el suelo de la regadera, con la mente en blanco, sin barrera alguna. Abrí mis ojos y al mirar el agua cayendo sobre mi rostro, entre la humedad, visualicé un pensamiento: llevaba exactamente 3 meses en México.
Quizá suene irreverente a sus oídos, pero la clave del momento radicó en que por un momento pude observar todo lo que había pasado en tan solo 3 meses. He ganado y perdido amigos, he viajado, creado, soñado y visualizado un nuevo estilo de vida al que al menos por ahora me parece el más real a mi mismo. Me he confesado ante muchas personas así como sorprendido y decepcionado a personas por las que daría la vida. Me enamoré y me rompieron el corazón más de una vez, me ilusioné, me perdí y me volví a encontrar en medio de un baile con mi propio cuerpo. Que cantidad de palabras he escrito y leído, música y descubrimientos que impulsan mi mente a no detenerse. Las fiestas, los cafés, museos, calles y belleza que he encontrado dentro de la ciudad que es bendición y condena. Una nueva manera de vivir las cosas que me ha llevado a hacer en 3 meses lo que probablemente antes me llevaba mucho más.
Lo que me he llevado y quiero recordar: Esperanza y Fe.
Nietzcshe decía que la esperanza es el peor de los males, por prolongar el tormento de los hombres. Mientras que la fe es nuestra manera de no aceptar o querer ver la verdad de las cosas. Normalmente vivo bajo estos pensamientos fatalistas o negativos, dependiendo de como cada quien lo quiera interpretar. Pero ese momento bajo el agua me hizo recordar y creer de nuevo en la filosofía Coelho, que vienen a ser esos momentos mágicos que cambian de un momento a otro el transcurso de nuestra vida. He visto mi vida cambiar bajo las más pequeñas decisiones o momentos humanos. Así que me rendiré, me entregaré a esa esperanza. Esa espera de eventos que te llevan a definir y dar cambios radicales en cuestión de días o incluso menos.
Quería escribirlo y poner en palabras el sentimiento desde ese día, tardé un mes en hacerlo. ¿Porqué? No estoy seguro, no me sentía listo. Ha sido un subir y bajar emocional que no quería que afectara palabras que probablemente volteé a ver algún día lejano. Este texto está un poco manchado por la melancolía de esta noche de 9 de Diciembre, pero mi persona está formada con toques de noches melancólicas de cualquier manera. Sensible a mi contexto, así me siento.
A veces es un camino lleno de palabras solitarias el momento en el que decides dejar parte de las reglas impartidas por otros y empiezas a crear tus propias reglas. En momentos me siento sólo, empujando barreras o límites que con días puedo olvidar la razón por la cual empujo. Miedo de perder el balance entre entregarme al no preocuparme por nada y mantener conciencia de lo que es importante para mi.
No importa si fueron 3 meses, o ahora ya cuatro.
Quiero hacer de cada día una experiencia diferente.
Ser un cambio positivo para mi, la gente que me rodea y quizá para otros.
Vivir bajo la fe de momentos que no debo esperar y que cambiarán radicalmente mi vida más de una vez.
Roberto Mora
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