Camino bajo pequeñas gotas que van bajando por mi piel, limpiando el agotamiento y obsequiándome un momento de sinceridad conmigo mismo. Por supuesto que lloro, aprovechando que el agua difumina mis lágrimas y la obscuridad mis grietas que se ven expuestas. Camino, pero en realidad quiero hincarme, gritar y sacar emociones que ni yo mismo puedo entender.
Tan preciosa la lluvia, bajando por mi cuerpo y nublando mi mirada por mi afán de verla a los ojos. Ya no es solo inicio de Septiembre, sino los recuerdos de aventuras, risas, olores, miedos, escapadas de niños, juegos de adultos, amores intensos, corazones rotos, besos, amigos, familia, hermanos, gritos, frustraciones, primeras experiencias, imposibles, lejanía, cercanía y miradas...
La lluvia me limpia, borra el sentimiento de no poder más con las cargas que todos tenemos. La pureza del momento se acaba cuando cierro los ojos. Llega de nuevo ese momento, el momento en que recuerdo que todo lo que tengo siempre termina por irse.
Los momentos se esfuman con una suavidad impresionante, y el golpe de que nosotros nos quedamos no tiene nada de dulce.
Para mi la lluvia es sagrada
Que lluvia caiga, que destruya mis barreras. Más importante, que borre tü recuerdo.
Recuerdo que, en realidad, sé no quiero olvidar
Roberto Mora
*Roberto Mora
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